Freebird Club, la aplicación de viajes para adultos mayores
¡Qué viajen los que pueden viajar! The Freebird Club le da herramientas a los de cincuenta y más para que recuerden que es su momento de disfrutar.
Imagínate alcanzar la edad para pensionarte, envejecer sin haber recorrido el mundo o haberlo recorrido hace tanto, que ni lo recuerdas —cuando el euro no era euro o cuando el bloque soviético todavía significaba algo—. Ahora que la complejidad de emprender un viaje se ha triplicado por contingencia de salud, el Freebird Club surgió con una alternativa: puedes volver a viajar, con las medidas de salud necesarias, a un precio accesible y hacer una red de amigos de tu generación al mismo tiempo.
Viajes sociales y alojamiento particular.
Este 2021, la generación de cincuenta y más que tiene, tanto espacio en su agenda como bienes ahorrados, puede rendir honor a sus años de trabajo más fácilmente. Peter Mangan ha concebido una plataforma que organiza viajes sociales y alojamiento en domicilios particulares, precisa y especialmente para aquella generación que le tocó enviar cartas físicas.
Se trata ahora, no de curar lo similar con lo similar, sino de hospedarlo: que un grupo de viajeros o un individuo coronado con el lauro de la edad, sus experiencias, achaques, miedos y certezas, pueda ser alojado por otro igual a él que le haga sentir un hospes real, un huésped tan cercano que el ejercicio de la empatía sea inevitable.
Esta aplicación tiene por objetivo, tratar la soledad y promover un envejecimiento activo, saludable y ramificado. The Freebird Club lleva por nombre como idealmente deberían de sentirse los adultos mayores. Cuando se alojan en uno de sus miles destinos, entran automáticamente a formar parte de una web de amigos en línea donde la frontera entre huéspedes y anfitriones es totalmente borrada.
Unos y otros descubren intereses afines, comparten experiencias durante su estancia, salen a pasear juntos, conectan en un lenguaje que creían superado o proscrito de la vida pública; se encuentran de pronto en el centro del mundo, construyéndolo o reconociéndolo de nuevo, como sus protagonistas.
Según el Milken Institute’s Center For The Future of Aging, una de cada cuatro personas entre los 50 y 80 años se sentía aislada incluso antes de la pandemia. Sabemos que la crisis sanitaria actual no ha favorecido el tema de la salud emocional, imponiendo un aislamiento casi absoluto en espacial para los adultos mayores quienes tuvieron que decidir llevarlo a cabo en función de su bienestar físico.
Pero, ya entrados en este segundo año de pandemia, hemos visto a bien como mundialmente se ha priorizado la administración de la vacuna a este sector. Pronto podrán considerarse ellos y sus colegas, si bien no absueltos de enfermarse, sí los más protegidos de la población y por lo tanto, los más óptimos para relacionarse con medidas preventivas y cuidarse entre ellos.
El Freebird Club, punta de lanza del binomio agetech-sharing economy, pretende salir al paso de esta realidad tan compleja, ofreciendo entre sus más de 4,600 miembros, dispersos en setenta países, la posibilidad de sentir hogar en casa ajena mientras se cambia de rutina y se explora nuevos puntos geográficos.
El valor agregado que provee The Freebird Club a diferencia de aplicaciones como Airbnb, es la garantía de que estarán viajando acompañados. No hay tal cosa como intercambio de casas o dejar disponible la de fin de semana; cuando eres anfitrión de este club, te quedas a recibir y convivir con tus huéspedes, desde la amistad y las historias que no puedes compartir con toda la demográfica.
Esta iniciativa viene a revolucionar incluso las aplicaciones de los que jóvenes revolucionarios, haciendo una verdadera propuesta para este amplio sector de la población que ya reconoce la energía que aún posee y ahora sí, puede dedicarla de lleno al placer.
