Nuevos estilos de vida: la cultura de la prevención y la permacultura
En los 70, dos ecologistas australianos, Bill Mollison y David Holmgrem, incorporaron a su vida nuevas maneras de relacionarse con la naturaleza, de manera que aportaran algo a los recursos del mundo en vez de sólo restarlos, y le llamaron permacultura. La permacultura como las prácticas que nos importan, parte de la consciencia y la prevención.
En este sentido, la cultura que busca prevenir resuena desde su ámbito de origen:
¿cómo podemos vivir en armonía y cuidado de lo que nos rodea?, pregunta que intenta responder la permacultura, según describe Eugenio Gras, en su libro Cosecha de agua y tierra. Pero también cabe preguntarnos, ¿cómo podemos cuidar aquello que forma parte de nuestra vida? La permacultura como un diseño autosostenible va más allá de hacer algo por la naturaleza, pues nos ayuda a identificar todo aquello que contribuye a nuestra vida y que quisiéramos conservar en el mejor estado posible.
Es así que entendemos que tanto los bienes comunes como la naturaleza, los bienes particulares como nuestra integridad y familia deben ser gestionados y para ello existen herramientas que nos ayudan a asegurarles como las que propone la cultura de la prevención. Benjamín Olivares, Director de Sinergía en Competencias, define el eje principal de una cultura de prevención en el ámbito organizacional como:
«Prevenir es adquirir la capacidad de poder imaginar sobre lo que puede ocurrir al realizar alguna acción, y realizar las acciones necesarias que puedan garantizarnos el resultado esperado de lo que deseamos ocurra».
Entender las bases de la permacultura es considerar los riesgos y ventajas del espacio en el que vivimos a gran escala. La idea central de este diseño de vida puede resumirse así: ser conscientes de los recursos naturales y energéticos que consumimos para poder regresarle al mundo algo de aquello que abona a nuestra existencia, es decir, poder prevenir la finitud de los recursos naturales y energéticos, tanto como los daños que implicaría en la vida de los que habitamos el mundo, si esto no fuera así.
Vemos entonces que la prevención es un término que idealmente abarcaría tanto nuestro andar en el mundo como nuestras acciones dentro de sistemas como el familiar y el laboral.
Aunque suena muy ambicioso estar en plena consciencia de nuestro impacto sobre el ecosistema —lo que defiende la ideología detrás de la permacultura—, todo empieza a cambiar en nuestra visión de las cosas una vez que entendemos sus principios y de esta forma, podemos resignificar nuestras prácticas.
Por ejemplo, si lo pensamos desde lo económico (además nos daremos cuenta de que cada principio está conectado), tiene que ver con las cosas que consumimos: comprar lo indispensable, buscar los productos más propios de nuestra región, pagar lo justo a las personas que producen lo que consumimos, contribuir al cuidado de su integridad durante la jornada laboral si nosotros les empleamos, así como asegurarnos en nuestro propio ámbito laboral, son cambios energéticos importantes.
Atendiendo lo anterior, debemos reconocer que están fuera de nuestro control una serie de cosas que pueden calificar como accidentes. De aquí que un Seguro de Vida o un Seguro de Salud, los cuales contemplan las emergencias en las que se requiere cubrir desde gastos de curación hasta un fallecimiento por accidente, puedan incorporarse a nuestro estilo de vida.
Si bien hablamos de un tema que nadie quiere visitar ni en idea, la consciencia y valoración de la vida nos lleva a considerar cómo a partir de nuestras acciones diarias podemos prevenirnos de perder aquello que nos importa, a la vez que reconocemos que lo que queda fuera de nuestras manos, también es afianzable por medio de estos apoyos.
Cada vez son más las personas que practican la cultura de la prevención y entienden nuevas propuestas como la permacultura como sugiere su nombre: un diseño que cuida la vida conforme ponemos en nuestro campo de visión todo lo que permite que estemos aquí, con el objetivo de hacer esta cultura o este mundo del que formamos parte, lo más permanente posible.
